En la entrada de hoy me voy a
separar de los temas habituales que suelo tratar y quisiera compartir con
vosotros algo que me preocupa como profesor de ciencias que soy: la llamada
cultura científico. Es curioso pero a nuestros gobernantes y gestores políticos
entre informe e informe pisa se les llena la boca con palabras sobre políticas
educativas destinadas a educar en cultura científica a nuestros alumnos de
secundaria, bachillerato y universidad.
Ester curso imparto la materia de
Ciencias del mundo contemporáneo que como los trilobites y los dinosaurios
cretácicos está condenada a la extinción en un futuro cercano. Y no es que yo esté
muy contento con esta materia, ya que aunque necesaria la veo falta de rigor y
de contenidos. Más nos hubiera valido, en esas dos horas dedicadas a la materia, enseñar a investigar, pensar o
aplicar el método científico a nuestros
alumnos en vez de volver a repetir conceptos como la tectónica de placas que un
alumno después de 4 de ESO vuelve a ver en dos materias en 1º de bachillerato,
pero en fin me estoy yendo por las ramas
y esto no es el tema de la entrada de hoy.
En clase de ciencias de la tierra
y medio ambiente, no se cómo, hemos acabado hablando de la búsqueda de agua y ponía
como ejemplo el uso de tomografía sísmica que recuerdo haber visto cuando
estuve en el departamento de Ingeniería del terreno de la Universidad de
Burgos.
La anécdota que recuerdo de ese día
es que fuimos a un pueblo de Burgos llamado Montorio a usar el aparato y
ensayar la presencia de pozos de agua en la zona, la recuerdo perfectamente y así
se la he contado a los alumnos en clase.
Fuimos con el todoterreno que ponía
sondeos y departamento de ingeniería del terreno de la Universidad y pasamos a recoger
a una persona que nos iba a acompañar en la investigación. Pues bien mientras
mis compañeros preparaban sus aparatos, el receptor, los geófonos, cables y
demás cacharros, este señor saco un par de varas metálicas y se puso a buscar agua:
ya lo habéis adivinado decía ser un zahorí.
tomografo sísmico |
Yo que en mi afición botánica me había
alejado unos metros, al mirar la escena no pude cuanto menos que echarme a reír:
me parecio una situación cómica, allí estábamos 5 personas geólogos, ingenieros
de caminos y un servidor biólogo, viendo que delante de un aparato que
seguramente costaba una pasta para buscar agua, estaba el zahorí con dos varas
de un paraguas viejo buscando lo mismo.
Seguramente en esta España en
crisis, más de un politiquillo podría pensar que si el método funciona, pues a
la porra, todoterreno, tomógrafo sísmico de mucha pasta e investigadores, pues
total para llegar al mismo resultado me quedo con el zahorí que me sale más
barato.
Bueno la clase de hoy, estaba
dividida en sus posturas a favor y en contra de la posibilidad de búsqueda de
agua con las varillas de los zahorís. Lo curioso es que el argumento más
utilizado a favor de los zahorís era el de la cultura y el saber popular.
Pues bien, cualquiera que este
leyendo esto ahora, sabe que para hacer ciencia, hay que aplicar el método
científico y realizar un análisis sobre
la metodología y ver si es repetible y comprobable. A mis alumnos les insisto
que no me interesa tanto el conocimiento en si como la forma de estudiarlo. Lo
más importante es transmitir el espíritu crítico, la forma de encarar las
cosas, lo que se conoce como espíritu científico. Es muy importante el
planteamiento: no hay que dar nada por supuesto, hay que ser escéptico, mirar
de forma crítica lo que le dicen a uno y analizar con la razón los argumentos
expuestos por el otro.
No dudo que el zahorí este
convencido de que su método funciona, muchos de los que he conocido son personas
integras convencidas de estar actuando correctamente. De lo que dudo es de la
validez del método, por parte de esta persona en la búsqueda del agua. Podríamos
pensar en diseñar un experimento lo más científico posible para demostrar si es
posible buscar agua con dos varillas metálicas y si es repetible y estadísticamente
demostrable que el método funciona. Porque el tomógrafo sísmico también falla,
pero está basado su uso en una idea básica en ciencia y es la que trataba de
explicar hoy a mis alumnos: las ondas viajan a diferente velocidad y sufren
cambios en su trayectoria en función del medio que atraviesan, asi que si hay
agua en la zona, la onda que generamos de manera artificial con el tomógrafo sufrirá
un cambio suficiente y medible para saber qué tipo de material tenemos en el
subsuelo y asi poder buscar agua, gas antural, o minerales metálicos por
ejemplo, comparándolo con valores ya estudiados. Esta basado en una hipótesis científica
comprobable, repetible y estadísticamente demostrable y refutable.
¿Y si al zahorí le aplicamos el
método científico? Pues bien esto ya se le ha ocurrido a mucha gente anteriormente
y a pesar de demostrar la imposibilidad de buscar agua con dos varillas de
paraguas o similares, el público en general sigue CREYENDO y fijaros que digo
creyendo porque es esto, nada lo demuestra a ciencia cierta.
Ha habido múltiples estudios para
evaluar la posible sensibilidad de los zahoríes a las corrientes de agua o los
metales. El primer estudio data de 1850 y fue realizado por Michel E.Chevreul
que inicialmente era un firme defensor de la radiestesia. Él observó que cuando
colocaba un péndulo frente a diversos objetos metálicos éste se movía al
instante, mientras que al acercarlo a otros objetos de diferente naturaleza
física no respondía. Pero era un tipo curioso y decidió hacer un experimento
control, algo que a mis alumnos les insisto mucho a la hora de trabajar. En el
experimento control le vendaron los ojos y le fueron acercando diversos objetos
(metales y no metales) en orden aleatorio. El péndulo no respondió.
Más adelante en plena segunda
guerra mundial en el afrikakorps de
Rommel usaron zahoris para encontrar pozos de agua durante la campaña del
Alamein en el norte de África. El zorro del desierto asi llmaban a Rommel ,dijo después de los sucesivos
y fracasados intentos que sería mejor usar los supuestos zahoris para buscar
minas antitanque y así serían más útiles para el esfuerzo bélico alemán.
Desconozco que opinaron los zahoris pero seguro que no hubo muchos voluntarios.
También se empleó, con resultados decepcionantes a varios radiestesistas tras
la Segunda Guerra Mundial, para tratar de encontrar a personas desaparecidas y
en 1970 el ejército británico realizó experimentos controlados para poner a
prueba a la radiestesia en la detección de minas en Irlanda y aguas
subterráneas, resultando otro fracaso.
Hitler estaba convencido de tener poderes adivinatorios y practico la radiestesia |
Uno de los últimos experimentos
dedicados a desmontar el mito de los zahorís viene de a un canadiense polémico que se dedica a
ofrecer un millón de dólares americanos a cualquier persona que le demuestre
que un fenómeno que calificamos de sobrenatural es cierto. Este canadiense es James
Randi. Preside una fundación con su nombre que se dedica a desmontar los
mitos, falsas creencias y pseuociencia que existe por el mundo.
De hecho James Randi es además de
científico: no os lo vas a creer: ¡es mago! Y como conoce muy bien el
ilusionismo y la magia se ha dedicado
buena parte de su vida a tratar de desenmascarar impostores como el famoso Uri
Geller que ya en los 70 decía doblar cucharas de metal con el poder de su
mente.
Uri Geller y sus famosas cucharas |
En el caso de la radiestesia, así
llamado a la supuesta ciencia de los zahorís el experimento consistió en enterrar 10 tuberías separadas por la distancia que el
zahorí puesto a prueba decía que era suficiente para que él pudiese detectar
dos corrientes de agua paralelas. Cada una de estas tuberías tenía una llave,
de modo que durante el experimento tan sólo una de las tuberías conduciría
agua. Cuando se hicieron los primeros experimentos control en los que el zahorí
sabía cuál era la tubería por la que pasaba el agua sus varillas inmediatamente
se dirigían hacia dicha tubería. A continuación se realizó el experimento
durante el cual se empleó un protocolo de 20 ensayos que consistía en una
secuencia aleatoria de apertura de llaves y donde el zahorí no sabía cuál de
las llaves se encontraba abierta. Se acertó tan sólo un 2% de los ensayos
realizados y aquí en este enlace podeis ver el divertido video de la prueba
realizada en Australia.
Varillas de zahori |
El experimento se volvió a
repetir años después en Niza por la facultad de ciencias de dicha ciudad con idénticos
y estrepitosos fracasos para los zahorís y por supuesto el cheque de 1 millón
de dólares de James Randi siguió sin ser cobrado por ningún supuesto buscador a
agua con capacidades paranormales.
Los defensores de la radiestesia
dicen que el zahorí detectaría el campo
magnético producido por la corriente de agua o el metal y esa detección se
realizaría a nivel neuromuscular por el zahorí. Por tanto, no es el agua o el
metal lo que se detecta, sino campos magnéticos originados por la corriente de
agua o por los metales del interior terrestre.
Michel Chevreul propuso en 1850 que
la capacidad de los zahoríes no era tal, sino que los movimientos de las
varillas corresponden a movimientos involuntarios y apenas perceptibles de los
músculos de la mano, ya que además las varillas son tan finas y de la manera
que se sujetan es muy difícil mantenerlas quietas. Esto hace que sean muy
inestables y por tanto sensibles a pequeños movimientos. Estos movimientos
involuntarios estarían causados por las ideas preconcebidas y expectativas en
encontrar agua del zahorí. A este fenómeno en 1852 Willian Carpenter lo llamo
efecto ideomotor, que también tiene que ver con el movimiento de la
famosa ouija en las sesiones de espiritismo, otra patraña que nos
quieren hacer colar.
Michel Chevreul químico fránces del XIX descubridor del colesterol |
Willian Carpenter naturalista inglés siglo XIX |
La cuestión es ¿Por qué mucha
gente sigue creyendo en los zahorís? A veces pienso que queremos creer porque así
tenemos ilusión, como cuando éramos pequeños y pensábamos que eran los reyes
magos quienes traían los regalos a casa y cuando descubres que son los padres
te llevas un chasco tremendo.
También pienso que los
deficientes conocimiento geológicos de la población en general hacen que mis
alumnos piensen que el agua subterránea se encuentra muy localizada en el
terreno, exclusivamente en pocos puntos, pero esto no es verdad, ya que sabemos
que en un terreno o en una roca porosa ocupa todos los poros de la roca y a un
nivel que conocemos como nivel freático y a una profundidad determinada
dependiendo de dónde este una capa suficientemente impermeable... En muchos
terrenos de nuestra región como es el caso de Montorio que los valles son
arenosos del Jurásico Medio podríamos
coger las varillas y tirarlas en cualquier dirección, y seguramente
encontraríamos agua en ese punto.
Esquema general de un acuífero |
A veces pienso que hay muchos
aciertos inconscientes o conscientes debido al conocimiento del terreno basta
con tener conocimientos geológicos intuitivos elementales. El día de la anécdota
le dije al supuesto zahorí que por que no buscaba agua en la colina caliza
cercana y el me dijo que allí era inútil buscarla. También la observación de por
ejemplo, muchas gramíneas o Carex sp. que suelen indicar la presencia de agua porque están
adaptadas a una condiciones de mayor humedad del suelo.
También la memoria humana es muy
selectiva todo el mundo conoce y se acuerda de alguien que le ha tocado la lotería:
pero nadie en su sano juicio diría que estadísticamente es más probable que a
uno le toque la lotería a que no le toque. Es decir nuestra memoria se suele
quedar con los aciertos y descarta los errores.
Pero por desgracia para la
cultura científica preferimos muchos de nosotros creer en hadas, duendes, homeopatía,
radiestesia o astrología antes que en la belleza de la CIENCIA que es mucho más
emocionante de descubrir. Aun asi quien haya sido un forofo del Tintin como yo, nunca olvidara al profesor Tornasol, buscando sus objetos perdidos con un péndulo.
Dos enlaces muy divertidos:
Algo para leer:
Broch, H., Magos gurús y sabios: una explicación sencilla de lo inexplicable. Gedisa, 2007.
Broch,H., y Charpak, G., Coviértase en brujo, conviértase en sabio. Ediciones B., 2002.
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